Una encantadora casa en la cima de una colina se erige como un guardián silencioso en el velo dorado de la puesta del sol, envuelta en una neblina etérea.
El encuentro entre la luna creciente y el sol poniente crea una atmósfera de magia y misterio.
La casa parece flotar entre lo real y lo irreal, en una imagen que capta la esencia del momento fugaz y evocador.
Fotógrafo (A)
« Intento capturar el alma del mundo con la fotografía, transformando lo ordinario en extraordinario y congelando el tiempo en imágenes. »