Guyle Rayne le lleva por un camino romántico para descubrir el castillo de Azay le Rideau.
Planeado como fortaleza para proteger la carretera entre Tours y Chinon en el siglo treinta y siete,
Balzac más bien describe el castillo de Azay le Rideau como un diamante tallado en facetas.
La blancura de su piedra, la finura de sus esculturas,
su posición original en una isla, lo convierten en un objeto único y puro
Es una mezcla de tradiciones francesas1