Las ciudades tienen una embrujo especial, como las flores. Nos vemos atraídos a ellas buscando eso que creemos necesitar y podremos encontrar allí. Sus colores y sus olores son inevitables y encantadores. Hacia ellas nos dirigimos, cada uno con un propósito diferente, que deberá satisfacerse en el mismo lugar.
Las flores pueden albergar uno, dos, tres polarizadores a la vez, pero otros deberán esperar un poco, deberán regresar luego o buscar otras1
Pintora
« Tenemos que buscar lo más natural que hay en nosotros para poder establecer conexiones valiosas con nuestro entorno. »